El sacerdote habla de su trayectoria personal hasta convertirse en capellán, que ha acompañado el desarrollo de la capellanía castrense en la Iglesia greco-católica de su país. Habla también de los primeros días de la guerra tras la agresión rusa, de lo más importante y difícil de su ministerio: «Apreciar, amar, no ser indiferente» es el primer paso para reconocer el sacrificio de los militares