El cardenal, que sufrió encarcelamiento, persecución y amenazas de muerte durante el régimen comunista durante unos 28 años, estuvo presente hoy en la audiencia general en el Aula Pablo VI. Francisco le saludó «de manera especial» y le agradeció que todavía hoy «siga dando testimonio y trabajando por la Iglesia, sin desanimarse».