La celebración en Windhoek, capital del país africano, es un primer paso hacia la pacificación de una memoria histórica en la que pesan más de 70 000 muertos, entre ellos niños, mujeres y ancianos, asesinados durante el periodo del Imperio alemán entre 1904 y 1908. Alemania se ha comprometido a invertir más de 1000 millones de euros en el desarrollo del país africano tras reconocer esas masacres como «genocidio».