Los obstáculos y dificultades que experimentó la madre de san Agustín, cuya memoria litúrgica celebramos hoy, estuvieron siempre entrelazados con la oración y la confianza en Dios. Esta actitud la llevó a confiar plenamente en la obra del Señor a pesar de las decisiones arriesgadas de su hijo. Esta confianza fue recompensada con la conversión del futuro santo de Hipona.