En el briefing del 20 de octubre sobre la marcha del Sínodo, se habló del papel de los obispos y de la corresponsabilidad de los laicos en la Iglesia, de la autoridad vivida como servicio: «El obispo tiene la última palabra, no la única». La sinodalidad «puede ayudar a prevenir los abusos porque tiene que ver con la escucha y el diálogo».