Pastor valiente y firme en la fe, hombre que luchó contra falsas acusaciones, defensor de los fundamentos de la civilización cristiana, dispuesto al diálogo incluso con aquellos a quienes otros despreciaban. Así recordó el arzobispo Jan Graubner al purpurado durante su funeral en la catedral de la capital checa: “Era conmovedor ver a hombres que, aun declarándose no creyentes, le pedían la bendición”