Ante los medios de comunicación vaticanos, el cardenal relata el viaje a Jerusalén y Belén de una pequeña delegación de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén con el que querían aportar solidaridad y cercanía a la Iglesia y la población locales: «La Ciudad Santa sin peregrinos ni visitantes parece casi onírica. La esperanza del diálogo para detener el conflicto».