En el Día Internacional de la Fraternidad Humana, el Cardenal Gran Maestro de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, nuncio en Bagdad durante muchos años, habla de la tumba del profeta Ezequiel – muy querida por judíos, cristianos y musulmanes – como un lugar símbolo de «esperanza»: hoy, especialmente en Israel, Palestina, Siria, Líbano, Irán e Irak, se necesita un «soplo cálido» que devuelva la vida a la gente perseguida y discriminada.