El Papa recuerda martirio de beato en Myanmar: La violencia extrema no detuvo su espíritu

Redacción Central, 15 Abr. 23 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco recordó este sábado el martirio del Beato Alfredo Cremonesi, sacerdote italiano asesinado hace 70 años en medio de un conflicto guerrillero en Birmania (hoy Myanmar), cuando servía como misionero en ese país.

En una audiencia concedida a peregrinos, al clero y al obispo de la Diócesis de Crema (Italia), ciudad de origen del beato, el Santo Padre aseguró que el P. Cremonesi nunca se “dejó intimidar ni desanimar por los malentendidos y la oposición violenta, hasta las ráfagas de ametralladoras que lo mataron”.

“Incluso esta violencia extrema no detuvo su espíritu y no silenció su voz”, indicó este 15 de abril, desde el Aula Pablo VI.

El martirio del Beato Cremonesi tuvo lugar el 7 de febrero de 1953, en la ciudad de Donok, cuando trabajaba en la evangelización de los birmanos en los pueblos montañosos. Cuando intentaba exiliarse, el ejército lo confundió con un rebelde y lo abatió a tiros.

“El P. Cremonesi trabajó en ese pueblo de montaña durante la mayor parte de su vida, y regresó allí varias veces, a pesar de mil dificultades y peligros, para estar cerca de su pueblo y construir y reconstruir lo que la guerra y la violencia seguían destruyendo”, comentó el Pontífice.

Además, resaltó la tenacidad del presbítero para ejercer su ministerio, “entregándose sin cálculo y sin ahorros por el bien de las personas que le fueron encomendadas, creyentes y no creyentes, católicos y no católicos. Un hombre universal, para todos”.

Las virtudes del P. Cremonesi

Según el Papa Francisco, el P. Cremonesi “ciertamente encarnó, de manera ejemplar, las sólidas virtudes de su área de Crema: piedad robusta, trabajo generoso, vida sencilla y fervor misionero”.

“Sembró comunión, sabiendo adaptarse a un mundo completamente nuevo para él y haciéndolo suyo, con amor. Ejerció la caridad especialmente con los más necesitados, encontrándose varias veces sin nada, obligado a mendigar. Se dedicó a la educación de los jóvenes”, continuó.

El Pontífice también reconoció algunas características importantes de su vida misionera, incluyendo su “humilde conciencia de ser un pequeño instrumento en las grandes manos de Dios” o “la alegría de realizar un ‘trabajo maravilloso’ acercando a los hermanos y hermanas con Jesús”.

También resaltó su “asombro ante lo que el Señor mismo hace en quienes lo encuentran y lo acogen”, así como su “humildad, alegría y asombro: tres hermosos rasgos de nuestro apostolado, en cada condición y estado de vida”.

El Papa Francisco animó a los presentes a “continuar con compromiso e ilusión vuestro camino comunitario, en todas sus dimensiones”.

“Los exhorto a cultivar la comunión, entre las personas y entre las comunidades, en la ayuda mutua, en la colaboración, también en la apertura a nuevos caminos, en un mundo que cambia cada vez más rápido”, sostuvo.

“No tengan miedo de traducir los valores antiguos a los idiomas modernos, para que puedan llegar a todos y para que todos puedan probar y disfrutar de sus beneficios”, agregó.

 

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