En la Carta apostólica sobre la importancia de la arqueología y con motivo del centenario de la fundación del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, León XIV recuerda que esta disciplina es «un servicio, una vocación, una forma de amor a la Iglesia y a la humanidad», que da testimonio de que Dios se hizo carne y de que la salvación ha dejado huellas