En su primera actividad en la ciudad lagunar, el Pontífice se encontró con las internas de la cárcel de mujeres de la Giudecca, y dirigió un breve saludo, en el que recordó que «todos somos hermanos», reconoció los problemas de la vida en una prisión, valoró que puede convertirse en un «lugar de renacimiento» y reiteró su llamamiento a comenzar cada día de nuevo.