Francisco, en la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la celebración eucarística en ocasión de la Fiesta de la Presentación del Señor, recordó que cada día el Señor nos visita, nos habla, se revela de maneras inesperadas y, al final de la vida y de los tiempos, vendrá. Debemos permanecer despiertos, vigilantes, perseverantes en la espera. Saltar los obstáculos del descuido de la vida interior y el de adaptarse al estilo del mundo