Al recibir a los peregrinos venidos a Roma para la beatificación de Floribert Bwana Chui el Papa León XIV les dijo que, en un continente lleno de jóvenes, su figura muestra que ellos pueden ser un fermento de una paz “desarmada y desarmante”. E invocó la intercesión de María y del nuevo beato para que pronto se realice la paz en Kivu, en el Congo y en toda África, confiando en que el ejemplo de este mártir puede inspirar cambios profundos en la región