El rito presidido este 27 de diciembre por el cardenal Vicario, Arcipreste de la Basílica: una manifestación de la presencia de Dios donde prevalece la ausencia de fraternidad, justicia, verdad y paz. En Roma, muchos han perdido la esperanza; que los creyentes traigan misericordia en medio de las dificultades existenciales y económicas.