El Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, en una entrevista concedida a los medios de comunicación vaticanos, se une a la preocupación y a la profunda indignación que León XIV expresó en su discurso en la plenaria de Roaco. «La gente asiste impotente a la devastación que se extiende como una mancha de aceite. El Oriente cristiano es tierra de mártires: hay peligro de extinción».