En el Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Pontífice reflexiona sobre el Evangelio de Lucas, en el que Jesús almuerza con los fariseos y observa que hay «una carrera por ocupar los primeros lugares». Exhorta a la Iglesia a ser una “casa en la que siempre se es bienvenido, donde los puestos no se conquistan” y a reconocer nuestra dignidad de “hijas e hijos de Dios”.