Para los sirios, la Navidad es un momento para cultivar la esperanza, pero aún no es un acontecimiento alegre. Así lo subrayan los religiosos del país que, desde Alepo hasta Homs, relatan las preocupaciones y los temores de un pueblo que lucha por recuperar la normalidad. «También este año Jesús ha elegido nacer aquí —dice monseñor Jaques Mourad, arzobispo de Homs de los sirios—, haciéndose refugiado, pobre y sin hogar, solidario con quienes sufren».