El sacerdote maronita quedó muy impresionado por los gestos y la actitud de León XIV durante su visita al país de los cedros. «Recuerdo el llanto de muchos al ver el rostro amoroso del Santo Padre, su ternura». El legado que ha dejado es el de un esfuerzo adicional en aras de la reconciliación y la esperanza en una recuperación económica: hay muchos pobres, pero otros tantos trabajan por el bien.