Durante el masivo ataque ruso entre el 18 y el 19 de noviembre, esta ciudad del oeste del país sufrió intensos bombardeos que causaron muertos, heridos y la destrucción de numerosos edificios. Junto a los equipos de rescate, la Iglesia greco-católica intervino para ofrecer apoyo inmediato a la población. En una entrevista con los medios vaticanos, el arzobispo Teodor Martynyuk explica que los sacerdotes, capellanes y voluntarios están asistiendo a los heridos y desplazados