El Papa celebra en la Basílica de San Pedro la misa en memoria de su predecesor y de todos los cardenales y obispos fallecidos durante el año. En la homilía, el Pontífice habla del dolor y el escándalo ante la muerte de «un frágil» arrebatado «por una enfermedad o, peor aún, por la violencia de los hombres». Pero, añade, ante esto, la esperanza cristiana ayuda a mirar más allá: «No estemos tristes como los demás que no tienen esperanza».