La voz de la vida consagrada latinoamericana resonó con fuerza durante el Jubileo de la Vida Consagrada. Dos mujeres hondureñas, la hermana Gilma Guadalupe Rojas, del Instituto Misionero Marilam, y Sarahí Villeda, de la Orden de Vírgenes Consagradas, representaron la riqueza y diversidad de los carismas que animan a la Iglesia. Sus testimonios reflejan una vocación viva que se renueva en la misión, en la cercanía con los más pobres y en la alegría de servir a Dios desde las realidades más sencil