El arzobispo Mayor de la Iglesia greco-católica de Rumanía, testigo de los años de persecución y clandestinidad de su Iglesia durante el régimen comunista, ha fallecido a los 94 años. Ordenado sacerdote en la clandestinidad, en 1964, consagrado obispo en 1990, tras la caída de Ceausescu, fue creado cardenal a los 80 años, en 2012, por Benedicto XVI.