León XIV recibió en audiencia a los participantes en el Jubileo de las Iglesias Orientales y relanzó el llamamiento para devolver al mundo la «dignidad de la paz»: «Para que esta paz se difunda, emplearé todos mis esfuerzos. La Santa Sede está disponible para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos. Con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos!».