Comentando el pasaje del Evangelio de Marcos sobre el hombre rico que corre hacia Jesús para preguntarle cómo tener vida eterna, el Pontífice recuerda que todos necesitamos la felicidad, pero que esta no se encuentra en las riquezas, sino en «arriesgarse» al amor de Dios, dándolo todo a los pobres y siguiéndolo.