El padre Carlo Giorgi, originario de Milán, sacerdote desde hace 7 meses y en el Líbano desde hace 9 años, trabaja en la parroquia de St. Joseph Amonot en Beirut, un puerto de llegada para personas que huyen de la violencia y la pobreza o que buscan trabajo. «Durante la guerra, abrimos las puertas a los refugiados del Sur que lo habían perdido todo a causa de los bombardeos israelíes».