Este fue el grito de gloria que pronunció María Auxiliadora

Lima, 23 May. 23 (ACI Prensa).-
Cada 24 de mayo se celebra la fiesta de la poderosa María Auxiliadora, quien acompañada de santos mártires y de un séquito de seres celestiales, lanzó un grito de gloria que dejó impactado a San Juan Bosco.

En las Memorias Biográficas, conjunto de 19 libros sobre la vida de San Juan Bosco, se narra un especial sueño que tuvo el santo. El sacerdote solía contar que cierto día vio en un campo a tres jóvenes llenos de luz que lo invitaron a acercarse y caminar.

Don Bosco de pronto se encontró con una dama, “magníficamente vestida y de indecible belleza, majestad y resplandor, y cercada por un senado de venerables ancianos con aspecto de príncipes”. Asimismo, innumerables personajes radiantes la rodeaban hasta donde se perdía la vista. Ella era la portentosa María Auxiliadora.

La Virgen le pidió al santo que fuera ante su presencia y le explicó que los tres jóvenes que lo acompañaban eran los mártires Solutor, Adventor y Octavio. 

Luego, con una indescriptible sonrisa en los labios, lo animó con cariño a seguir adelante con su obra para los jóvenes. Asimismo, le indicó que si confiaba en Ella y en su Hijo, todos los obstáculos que encontrara serían derribados.

Más adelante, alzando de manera imponente la mano derecha, exclamó con fuerza y armonía: “¡Haec est domus mea: Inde gloria mea!” (¡Esta es mi casa: de aquí saldrá mi gloria!). 

Estas palabras dejaron a Don Bosco impresionado y se despertó. A la mañana siguiente, el santo fue de inmediato al lugar que la Virgen le había indicado. 

Es preciso mencionar que en otro sueño María Auxiliadora le había indicado a Don Bosco: “En este lugar, donde los gloriosos mártires de Turín Adventor y Octavio sufrieron su martirio, sobre esta tierra bañada y santificada con su sangre, quiero que Dios sea honrado de modo especialísimo”.

La Virgen no habría mencionado a Salutor porque este santo huyó herido con un golpe de lanza y recién murió en la ciudad de Ivrea, manifestando su fe por Cristo.

Don Bosco pidió investigar la zona donde murieron Adventor y Octavio. Las conclusiones arrojaron que era muy probable que en aquel sitio, ubicado en el barrio de Valdocco, en Turín (Italia), donde él tenía su oratorio, los muchachos habían sido martirizados alrededor del año 300 d.C.

Don Bosco construyó sobre aquella zona que le indicó la Virgen la gran Basílica de María Auxiliadora. Según las Memorias Biográficas, el altar mayor se eleva en el punto exacto donde la Madre de Dios se le apareció.

Actualmente en lo más alto de la fachada de la iglesia se encuentran, como protectores, las imágenes de Solutor, Adventor y Octavio. Mientras que en la cúpula más elevada aparece una radiante imagen de María Auxiliadora con la mano derecha levantada.

En el interior está un inmenso cuadro de la Madre de Dios cargando al Divino Niño y rodeada de un número importante de apóstoles y santos. Desde aquí San Juan Bosco impulsó hacia todos los rincones de la tierra la devoción a María Auxiliadora.

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