Aunque muchas congregaciones religiosas en Europa se enfrentan al desafío del envejecimiento de sus miembros, el corazón de la vocación sigue siendo el mismo: servir a los necesitados con amor y dedicación. En Matera, en el sur de Italia, sor Ángela Sinopoli, de 93 años, sigue haciéndolo por las calles de su ciudad, vive la pastoral de la proximidad.