7 datos para entender la Solemnidad de María, Madre de Dios, la “Theotokos”

Redacción Central, 29 Dic. 22 (ACI Prensa).-
“Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios”, enseña la Constitución dogmática Lumen gentium (n. 66) del Concilio Vaticano II.

Aquí 7 datos sobre la «Solemnidad de Santa María, Madre de Dios» que se celebra cada 1 de enero.

1. Con esta solemnidad concluye la Octava de Navidad

Con esta solemnidad termina la Octava de Navidad, un conjunto de ocho días, desde el 25 de diciembre, durante los cuales la Iglesia celebra el Nacimiento de Jesús.

En el Antiguo Testamento (Gén 17,9-14) se puede leer que hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia, cuyo signo era la circuncisión al octavo día después del nacimiento.

El Hijo de Dios así también lo vivió y recibió en ese momento el nombre anunciado a la Virgen María.

“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al Niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción” (Lc 2,21).

2. María era llamada «Theotokos» por los primeros cristianos

Los primeros cristianos solían llamar a la Virgen María “Theotokos”, que en griego significa “Madre de Dios”.

Este título aparece en las catacumbas debajo de la ciudad de Roma y en antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto).

Los obispos reunidos en el Concilio de Éfeso (año 431), ciudad donde según la tradición la Virgen pasó sus últimos años antes de ser asunta al cielo, declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios».

3. El título de «Madre de Dios» proviene de las primeras oraciones cristianas

“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios” reza una de las antiguas oraciones marianas de los cristianos de Egipto del siglo III.

Cabe resaltar que ese título de “Madre de Dios” (“Theotokos”) no existía, y que fue creado por los cristianos para expresar su fe.

4. Es una de las más antiguas fiestas marianas

La “Maternidad de María” es una de las primeras fiestas marianas que se dio en la cristiandad. Se dice que por el siglo V, en Bizancio, había una “memoria de la Madre de Dios” que se celebraba el 26 de diciembre, al día siguiente de la Navidad.

Poco a poco se fue introduciendo en la liturgia romana en un día de la Octava de Navidad, y ya por el siglo VIII se encuentran para esta conmemoración antifonales con el título de “Natale Sanctae Mariae”, así como oraciones y responsorios con los que se honraba la divina “maternidad de María”.

5. En el mismo día también se celebra la Jornada de la Paz

Con el tiempo, esta memoria de la Virgen fue desplazada para conmemorar la “Circuncisión del Señor”, pero se mantendría el acento mariano. En 1931 el Papa Pío XI la reestableció para el 11 de octubre con ocasión del XV centenario del Concilio de Éfeso y le dio una categoría equivalente a la Solemnidad actual.

Años después, en esta fecha, San Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II (1962).

Con la reforma litúrgica de 1969, la “Maternidad de María” pasó a celebrarse el 1 de enero, día en que se inicia el “calendario civil”. Un año antes, en 1968, San Pablo VI había instituido para este día la Jornada Mundial de la Paz. Es así que el primer día del año se celebra a María y se ora por la paz.

6. Es el dogma mariano más importante

El título “Madre de Dios” es el principal y el más importante dogma sobre la Virgen María, y todos los demás dogmas marianos encuentran su sentido en esta verdad de fe.

Los otros dogmas marianos son que María tuvo una Inmaculada Concepción, Perpetua Virginidad y que fue llevada en cuerpo y alma al cielo (Asunción).

Asimismo, Nuestra Señora tiene los siguientes títulos: Madre de los hombres, Madre de la Iglesia, Abogada nuestra, Corredentora, Medianera de todas las gracias, Reina y Señora de todo lo creado y todas las alabanzas contenidas en las letanías del Santo Rosario.

7. María dio su consentimiento para ser la Madre de Dios

En noviembre de 1996 San Juan Pablo II explicó que “la expresión ‘Madre de Dios’ nos dirige al Verbo de Dios, que en la Encarnación asumió la humildad de la condición humana para elevar al hombre a la filiación divina”.

“Pero ese título, a la luz de la sublime dignidad concedida a la Virgen de Nazaret, proclama también la nobleza de la mujer y su altísima vocación. En efecto, Dios trata a María como persona libre y responsable y no realiza la encarnación de su Hijo sino después de haber obtenido su consentimiento”, afirmó.

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